
Como ejemplos más notorios de estos ataques y en algunos casos con nefastos resultados para nuestro colectivo, podemos citar: la drástica disminución dictada por la administración catalana en las capturas de fringílidos, el intento de prohibición de la caza de la perdiz con reclamo en Andalucía y Murcia, el intento de prohibición de la pasa y contrapasa en el País Vasco y Navarra, las manifestaciones contra las cacerías de zorro en Galicia, la prohibición de la caza del zorzal con liga en Valencia, Baleares, Cataluña y Aragón, las limitaciones extremas de captura de tórtolas y codornices en todo el territorio español, el intento de prohibición de la media veda en Castilla-la Mancha, el intento de prohibición de la caza de perdiz pardilla en Cataluña, etc.
A estas agresiones, la mayoría infundadas, hemos de sumar intervenciones en la televisión pública de representantes de grupos ecologistas diciendo que la caza en España no está bastante regulada y que no es suficiente con estar legislados por: normas dictadas desde Bruselas, leyes y reglamentos dictados a nivel estatal, estar regulados desde las autonomías y en muchas situaciones por estar bajo la tutela de los ayuntamientos y sus normativas. Eso sin citar parques naturales de toda índole, diputaciones, zonas de protección especial, redes Natura o zonas de especial interés para la biodiversidad que nos salpican con sus particulares normas por todo el territorio español. ¿De verdad quieren hacer creer que no estamos bastante regulados?
Visto esto podemos pensar que la realidad no es que piensen que tenemos que estar más regulados sino que la única finalidad que persiguen es la prohibición total de la caza en todas sus modalidades, obviando razones de sostenibilidad o gestión y basándose muchas veces en pujantes sensiblerías de razonamientos urbanitas muy alejados de la realidad rural.
Aún así, quiero pensar que esto tiene remedio, que la solución está en nuestras manos. El confrontamiento a tumba abierta con nuestros detractores no es la mejor forma de defender nuestra actividad pues la opinión pública es facilmente manipulable y nosotros aún no tenemos acceso a los medios de comunicación con la suficiente fuerza como para poder exponer nuestras razones de forma clara y extensa. Aún no he presenciado un debate público en el que salgamos reforzados, como mucho, conseguimos no empeorar nuestra imagen por lo que queda claro que hemos de cambiar nuestra forma de actuar.
Toca aprender, mejorar nuestras argumentaciones y sobretodo trabajar duro, gestionar ordenadamente nuestras áreas de caza y no dar razones para ser atacados.
No olvidemos que una correcta gestión de nuestros cotos, la demostrada sostenibilidad del Medio que ocupamos y la extracción racional del excedente de individuos de las espécies sobre las que ejercemos la actividad cinegética, son las grandes razones que nos han de reforzar delante de los infundados ataques nacidos del desconocimiento y el ecologismo de salón.
Miguel González Hernández